Mudanzas

Hay días que transcurren de manera natural. Hay algo en tener una agenda, saber que hacer con precisión, que pieza toca hacer, que delegar, que foto tomar, que tina levantar. Entrar en ritmo. Construir el día a partir de acciones sencillas que acumulándose dan una sensación de logro. De que se tuvo un buen día.

Hay otros días que aunque hay agenda, hay cosas que solucionar y hay objetivos… se pasan como arena entre los dedos semi abiertos de una mano. Estos días escurridizos parece que me usan a mi, y no yo a ellos. Se presentan como la oportunidad para mover las piezas necesarias para continuar pero por alguna razón, las piezas no se mueven, las cosas permanecen, decisiones no pueden tomarse, acciones se ven frenadas, algo hace un alto.

Este alto, pareciera, si nos ponemos filosóficos, una ventana, una manera de tomar espacio y tomar distancia para prepararse para cuando todo pueda volver a caminar. Y si, puede ser, ¿qué pasa que el presente lo asociamos siempre a algo placentero, a algo que implica paz, serenidad y hasta iluminación. “Vive en el presente” “respira y vuelve al presente”. “Estar en el presente es estar en la perfección, porque estás donde tienes que estar”

El presente no siempre es perfecto. Porque nada lo es. El presente, como todo, solo es.

La mudanza inició hace rato, no se bien cuándo. Específicamente la mudanza que me lleva a compartir este post es la de CALIXTA. El taller, mi espacio de trabajo y mi lugar de creación. Y reflexiono cuánto significan para mi los lugares.

Cuando tenía 17 años, estuve de intercambio un tiempo, durante ese periodo mis papás decidieron vender la casa donde había crecido, la de mi niñez y adolescencia, una casa que amaba porque me inicio en la apreciación de la luz, el color, los arcos, el ladrillo, el jardín, recibir amigos, cantar frente al espejo casi gritando, ver mis películas favoritas entre otras cosas. Cuándo esa mudanza sucedió, no tuve oportunidad de despedirme de mi casa, de verla por última vez, de presenciarme en ella por última vez y agradecerle. Con el tiempo lo hice y he logrado acomodar lo suficiente para concluir que fue algo importante para mi.

Se bien que los lugares los hace quien los habita, que el espacio físico es una consecuencia de quien lo crea y que lo importante es lo que sucede ahí, no los muros y las ventanas… pero también creo fielmente que los lugares y el espacio nos convierte, nos forma y nos permite ser. Estudiar arquitectura me hizo entender esto, y sigo pensando lo mismo, el lugar y todo lo que lo hace, nos vuelve quien somos y quien podríamos ser.

El espacio contuvo a CALIXTA por 5 años fue significativo. Y si, si hablo de la altura y la entrada de luz natural deliciosa con la que trabaje ahí, también en la bodega que parecía planeada y en la manera en cómo el flujo del proceso nos permitía vivir todo el espacio. En la terraza que posicionada en Tampiquito y rodeada de verde te permitía desconectarte de otras realidades. También de como estaba inmerso en un barrio y en un contexto de ciudad. No una plaza comercial o un lugar sobre calle. Para llegar ahí tenías que tener la intención de llegar ahí, no te ibas a encontrar con el taller por casualidad.

Todas estas características que no valoré enteramente hasta que viví el espacio, di bienvenida a mis queridos, les abrí las puertas a quien quiso visitar para eventos y ventas, talleres y ferias de arte. Cumpleaños míos o de los míos, las reuniones post open y las decenas de veces que me senté con algún amigx a platicar en esa terraza, desayunos, brunch, cenas. Y con ese tiempo y ese respirar y latir del lugar pude entender porque era mío.

Si, definitivamente fue mas de CALIXTA que mío, pero siempre pude tenerlo como mi lugar seguro, un espacio donde expresé tanto que termino por darme la bienvenida a mi también.

La petición de dejar el lugar me llegó en un momento en el que había comenzado una reflexión sobre mi hacer y la dirección de mis decisiones en la práctica de cerámica y de CALIXTA. No sé si fue entré en una zona de confort o si terminé de vivir el espacio, pero aunque la noticia la recibí con un poco de nostalgia y duda, no pasó mucho tiempo para que ya deseara hacer el cambio.

Este cambio de lugar se fue dando de manera muy particular, pude planear poco, porque realmente el proceso tomó vida propia. Cuándo yo decidía que era momento de definir el lugar, el lugar no se definía, cuándo yo había programado que se diera la firma del contrato, no se dio; cuándo yo necesitaba entrar al lugar para comenzar renovaciones y poder cumplir con mi calendario, no pude entrar.

Finalmente, no hay día que no llegue. Nos mudamos, desarmamos un taller y armamos otro. Han sido varias semanas de transición y trabajo con mi cabeza para no adelantarme y estar en cada día como toca. El nuevo espacio esta ya al 80%, ya en un par de semanas más estará armado de manera que pueda dar la bienvenida a quien quiera conocerlo, a quien extrañe a CALIXTA, abriremos talleres, y claro esta, la re-apertura con un OPENstudio diferente. Este nuevo taller me encuentra en otro lugar, consciente de otras cosas, también me demando nuevas estrategias, soltar muchas ideas y buscar nuevas perspectivas para conciliar una posibilidad de futuro en un proyecto que aún tiene mucho por evolucionar y ofrecer. Cercanxs he tenido a amigxs increíbles, a mis amados hermanos, a clientes hermosos, tener un proyecto y negocio personal termina por acercar a los más cercanos y enriquecer el proceso en acompañamiento y en abrazos.

Junto con esta mudanza, este último mes hemos trabajado en una renovación a la comunicación e identidad de CALIXTA. Pronto podré compartirles algunos ajustes y cambios a como nos mostramos comunicamos. La intención es actualizar todo lo que se ha renovado en los últimos años y continuar creando comunidad alrededor del trabajo artesanal, la comida, el diseño, el estudio del cuerpo y los rituales alrededor de la mesa.

Les comparto aquí imágenes capiroteadas de lo que fue la mudanza y estos días…. ¡gracias por acompañarme y leerme!

¡Los espero muy pronto!

Vange

Vange TamezComment